La enfermedad de Parkinson es una patología neurodegenerativa crónica que afecta principalmente al sistema nervioso central y que se caracteriza por la degeneración progresiva de las células nerviosas en una región específica del cerebro. Esta enfermedad afecta principalmente a las personas mayores, aunque también puede desarrollarse en personas jóvenes.

Uno de los aspectos más importantes en el manejo del Parkinson es la nutrición y el aporte de minerales esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. Entre estos minerales, el magnesio juega un papel fundamental en el manejo de esta enfermedad, ya que está involucrado en numerosos procesos celulares y metabólicos que son clave en la progresión del Parkinson.

El magnesio: Principales beneficios

El magnesio es un mineral esencial para el cuerpo humano ya que participa en más de 300 reacciones bioquímicas que tienen lugar en nuestro organismo. Este mineral es necesario para mantener la salud de nuestros huesos, músculos, nervios y sistema inmunológico, entre otros. Además, el magnesio es un relajante muscular natural, lo que puede ayudar a disminuir los temblores y la rigidez muscular tan característicos del Parkinson.

Varios estudios han demostrado que las personas con Parkinson tienen niveles más bajos de magnesio en sangre en comparación con personas sanas, lo que sugiere que la deficiencia de este mineral puede contribuir al desarrollo y progresión de la enfermedad. Por lo tanto, es importante asegurarse de consumir alimentos ricos en magnesio, como vegetales de hojas verdes, legumbres, frutos secos y semillas, para garantizar un adecuado aporte de este mineral en la dieta.

Otros minerales que hacen bien para el Paciente con Parkinson

Además del magnesio, otros minerales como el zinc, el hierro, el cobre y el calcio también desempeñan un papel importante en el manejo del Parkinson. El zinc, por ejemplo, es necesario para la síntesis de dopamina, un neurotransmisor cuya deficiencia está asociada con el Parkinson. Por otro lado, el hierro y el cobre son elementos esenciales para la producción de energía en las células, lo que puede ayudar a combatir la fatiga y la debilidad muscular tan comunes en esta enfermedad. Y el calcio es fundamental para la contracción muscular y la transmisión de los impulsos nerviosos, lo que puede ayudar a mejorar la movilidad y el equilibrio en las personas con Parkinson.

Las vitaminas, ¿cómo ayudan?

Además de los minerales, las vitaminas también juegan un papel importante en el manejo del Parkinson. La vitamina D, por ejemplo, está involucrada en la función nerviosa y muscular, y su deficiencia se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad. Por lo tanto, es importante asegurarse de exponerse al sol de forma regular para estimular la síntesis de vitamina D en la piel, así como consumir alimentos ricos en esta vitamina, como pescados grasos, lácteos y huevos.

Otra vitamina importante en el manejo del Parkinson es la vitamina B6, que está involucrada en la síntesis de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. La deficiencia de esta vitamina puede contribuir a los problemas motores y emocionales que experimentan las personas con Parkinson. Por lo tanto, es importante consumir alimentos ricos en vitamina B6, como plátanos, patatas, aguacates, nueces y carne magra.

¿Por qué es importante suplementarse?

Además de una dieta rica en minerales, vitaminas y antioxidantes, considerar suplementos nutricionales bajo supervisión médica puede ser una estrategia complementaria efectiva en el manejo de los síntomas del Parkinson. Desde el magnesio, que ayuda a reducir temblores y rigidez muscular, hasta la vitamina D y B6, esenciales para la función nerviosa y la síntesis de neurotransmisores, cada nutriente juega un papel vital en apoyar la salud neurológica y mejorar la calidad de vida de los pacientes. 

La incorporación de estos nutrientes, ya sea a través de la dieta o suplementos, debe hacerse con cuidado y conocimiento para asegurar que se satisfagan las necesidades específicas del cuerpo sin interferir con los tratamientos convencionales para el Parkinson. Por ello, la orientación profesional es indispensable. 

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